Este escrito tiene como propósito relatar mi estadía durante la edad media. Hace dos semanas mi máquina del tiempo se averió, y fui a parar en los campos, a las afueras de una ciudad alemana , durante los años 1098-1179, cuyo nombre me es difícil de escribir.
En mi semana de estadía pude ver el peor acto de violación de los derechos humanos. El hombre en la edad media fue limitado al pensamiento de la Iglesia, y se genero un estancamiento en el pensamiento científico. Todo giraba en torno a Dios y a los hombres, pero ¿Dónde quedo la mujer del Medio Evo?
Estando en Alemania vi el rol de la mujer detalladamente. En esta época la mujer fue tratada como un objeto hasta llego a cuestionarse si tenían alma. Toda su vida era guiada por las decisiones o permisos de su padre, marido o señor. La mujer no tenia libre albedrio; en pocas palabras, su posición era limitada casi invisible.
Día 1: Los labores de la mujer
Caminando por la ciudad, pude ver la mujer en su vida cotidiana. Los labores que tenia la mujer variaban depende del estrato social al que pertenecían. Las mujeres de clase común tenían varias labores. Muchos de estos labores, eran el oficio de barberas que se dedicaban a hacer remedio que curaban toda clase de molestias y malestares. Muchas de estas mujeres bordaban, fabricaban guantes y sombrero. Caminando por las afueras, tuve la posibilidad de ver a la mujer en el oficio del metal, muchas hacían cuchillos, tijeras, cerraduras, joyas y tallados de oros.
Explorando mejor la ciudad, pude ver que no solo ver que la mujer trabaja de siervas. Tenía mucha hambre y decidí ir al mercado, ahí pude notar que las mujeres eran vendedoras de productos. Después de comer, note que las personas me veían extrañados, y pude notar que no estaba vestido acorde a la época. Corriendo, me escondí en una casa. Me adentre a la casa y vi a dos hermosas mujeres enfrente de de un telar, pude notar que ellas tenían manos delicadas y suaves como terciopelo. Ellas se sorprendieron al verme, pero les hable de forma calmada; por tal razón, ellas accedieron y me dieron ropa de la época. Tuve que inventar una corta historia involucrando a una bruja que me había vestido de esa forma extraña.
Saliendo de esa casa, pude notar que en un pequeño lugar una mujer escribía a escondidas. Me senté a su lado; de repente, ella huyo, y dejo sus papeles regados por el suelo. Pude notar, al leerlos, que se trataba de fabulas y pequeños cuentos.
Mi día termino y yo quede en la calle en la oscuridad del medio evo.
Día 2: Elizabeth, La ama de Casa
Cuando abrí los ojos, sentí que una mujer y su marido me despertaban con suaves palmadas. Elizabeth, bella como el sol y el mar, era una mujer hermosa, de rubios cabellos, educada y con mucho pudor. Ella nunca abrió sus labios en presencia de él, siempre estuvo a la sombra de su esposo.
El duque, me brindo su hogar para dormir después de contarle que era un miembro de la corte del rey. Dure mucho tiempo hablando con su marido, y ella me miraba ruborizada.
El día pasó, llegue a la casa y ella se fue al cuarto de los niños. Pude notar que ella se encargaba de la educación y la higiene de la casa. Vi claramente que ahora en la actualidad es muy diferente, ahora ellas viven en todo su esplendor. La mujer de hoy puede trabajar y dejar el oficio a otras personas.
Llegando la noche, una de las hijas de Elizabeth estaba sentada cerca de las escaleras. Pude notar que me miraba de una forma picarona, y ella me acompaño a mis aposentos. La noche seguía, me di cuenta que tenía un pantalón con un candado. Ella se sintió apenada, sintió unos pasos y entro en llantos. Cuando vi, el padre entro y la tomo de los brazos, yo me tire de la ventana y hui. Una de las siervas me dijo que la hija de Elizabeth había muerto.
Día 3: Mi día en el convento
Entre a la primera capilla que vi en el camino. Ahí pude notar otro grupo de mujeres que tenían un gran amor devoto a Dios. Ellas me acogieron, y me dieron de comer. En este lugar no existía la discriminación. Los baños eran una regla de higiene necesaria, que había que tomar sin murmurar.
La mañana continúo, pude notar que tenían todos unos hábitos blanco y simple. Ellos buscaban lana para hilar y debían hacerlo en silencio. Trabajaban por turno en la cocina. Aprendían las letras y debían leer dos horas diarias. Podían hablar sólo lo necesario. No podían tomar, dar o hacer nada sin permiso. No podían reírse, ni hablar en voz alta. No podían comer, ni beber antes de hora, excepto las débiles. No podían conversar con hombres. No podían salir sin permiso, y si salían era de a dos y por un corto tiempo.
En la noche, ya preocupado por volver a casa, encontré a una mujer Hildegart Von Bingen. Ella Escritora y compositora alemana. Pude notar que escribía en el convento sobre acercamientos a la medicina. Tenían un gran conocimiento de la botánica y la bilogía. Constantemente desafiaba a la iglesia y se atrevió a visualizar el acto sexual como una unión espiritual que iba más allá de la procreación. Se puede decir que era feminista.
Día 4: Mi retorno a casa
Hildegart me ayudo a crear un combustible con los matorrales de un lago. Después de tener ese combustible, note que la maquina serbia. Fue la última vez que la vi, y prendí la máquina para mi retorno.