La búsqueda de brujos, brujas, o evidencias de brujería que llevaba a acusar a la persona afectada de brujería, a un juicio y finalmente a una condena se conoce como cacería de brujas. Durante la Edad Media, antes de su conversión al cristianismo, los germanos conocían la quema de los magos que realizaban encantamientos perjudiciales. Sin embargo, en la baja Edad Media Carolingia no hubo caza de brujas. El Concilio de Paderborndel año 785 castigaba tanto la creencia en brujas como su persecución.
“Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una bruja y come a personas, y la quema por ello o deja comer su carne por otro, será castigado a pena de muerte.”Carlo Magno lo validó como una ley, probablemente relacionada con las prácticas paganas de los sajones contra las que el rey luchaba en la década de los años 80 del siglo VIII.
En esta época, por ejemplo, el Tribunal del Santo Oficio se dio la tarea de perseguir, enjuiciar y en muchos casos, llevar a la hoguera a personas sospechosas de estas prácticas. Muchos de los castigos y torturas que se le aplicaban a las brujas eran: el potro, el aplasta cabezas, las jaulas colgantes, la doncella de hierro, y la cierra entre otros.
En el año 1233 en Alemania, se aprueba la ley presentada por el Arzobispo Sigifrido III, que pretendía que las personas acusadas de herejía se convirtieran a la ley de Dios. En el siglo XV en Alemania, El Papa Inocencio VIII promulga la bula Summis desiderantes Affectibus que perseguía a las brujas. Esta bula también amenazaba con la excomunión de aquellos que no cooperaran con los inquisidores y revoca el Canon Episcopi del 906.
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